“Vale más la soledad que la vida
matrimonial con una persona agresiva y de mal genio”
Proverbios 21:18.
Les confieso que busque todas las versiones tratando de acercarme a una traducción
más diciente de nuestro día y me quede con esta.
Sé que como hombres nos fascina ese texto porque da entender que los
conflictos se originan por la mujer, pero el texto es más profundo yo me atrevo
añadirle mujer y Hombre…porque las rencillas en el hogar muchas veces no son
fomentadas por la mujer sino por el hombre.
Que cosas pueden generar rencillas y mal genio en el hogar:
·
Actitudes
deshonestas
·
Palabras
hirientes
·
Ausencia
de expresiones afectivas
·
Lenguaje
tosco
·
Critica
permanente
·
Descuido
de las obligaciones, etc.
Solo para citar algunas, sé que existen muchas más pero estas suelen ser
las más frecuentes.
Las parejas están llamadas a descubrir y dar respuesta a los diferentes
conflictos que se presentan a diario en el hogar.
Lo que muchas parejas desconocen es que arrastran de sus antiguos hogares
(padres) cosas culturales y de situaciones de vida que intentan mezclar en su
nueva relación. Pregúntese por un momento; ¿Cuántas veces no intentado usted
dar soluciones a ciertos conflictos como lo hacían sus padres? De allí que el
ejemplo que traigamos es fundamental porque muchos de nuestros padres desgraciadamente
no resolvían los problemas de la mejor manera.
Una tendencia que heredamos es el pensar que nos equivocamos de pareja,
como solíamos escuchar de nuestros padres esto constantemente, terminamos
relacionando el matrimonio como la cruz que hay que llevar que habla la Biblia.
Que desatino tan grande. Necesitamos conocer algo del trasfondo de
nuestras parejas quizá ello nos conduzca a reconocer sus acciones y actitudes.
Este ejercicio sin duda conlleva a que nos volvamos más comprensivos y
tolerantes con el otro.
Nuestra crianza y las experiencias del primer hogar nos persiguen aun
hasta viejos, esto no quiere decir que no podamos mejorar actitudes nocivas
para nosotros y para las relaciones. La
madurez se adquiere cuando la persona aprende
a reconocer esas flaquezas de comportamiento y esos errores de pensamiento,
descubre a Dios y se enfoca en la construcción de una persona más sociable y
acorde con los principios Bíblicos y la aplicación de estos para su vida.
Cuando Dios comienza a trabajar en una persona su propósito es terminar esa
obra en ella, así lo expresa Filipenses 1:6 “El que comenzó la buena obra en
vosotros, la perfeccionara” en otras versiones dice la “Terminará” Este trabajo
tiene que ver con que Dios lleva a la persona a reconocer sus propios errores y
trabajar en la erradicación de ellos y en el fomento de virtudes que le ayuden
en la convivencia diaria con su prójimo, entendiendo la esposa como parte de
este prójimo.
El hecho de que nuestros padres nos hayan amado y acompañado en
nuestro crecimiento hasta formarnos adultos no quiere decir que ellos hayan
actuado de la manera correcta, su educación tenía falencias, ellos también tenían
actitudes erróneas y es allí donde Dios quiere formarnos para que cuando se
formen relaciones de pareja esa cadena de ejemplo generacionales se corte y se
construya en pareja una que haga de esta nueva sociedad un hogar fundamentado
en el propósito divino para la pareja y la sociedad.
Para ello es menester conocer que hay diferencias pero que estas no
pueden permitir actitudes nocivas para el crecimiento de la relación.
Se necesita hoy construir hogares donde hombre y mujer asuman sus roles,
devuelvan el diseño divino tan menospreciado por las nuevas tendencias neo liberales que ante el fracaso humano no divino (Dios es perfecto) de los
matrimonios hoy, intentan fomentar otro
modelo que atenta contra la permanencia
del hogar y la familia diseñada por el creador.
Reconociendo que hay diferencias en la pareja y que existen herramientas
divinas y humanas para solucionar los conflictos es imposible pensar que el divorcio
siga siendo una opción que muchos acaricien ante el primer conflicto. Debemos aprender
a entender que los conflictos y los problemas hacen para de la vida y que el
problema no son ellos sino las salidas que les damos.
¡Que Dios nos ayude!
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