domingo, 13 de diciembre de 2015

GPS DIVINO EN CASOS DE NECESIDAD DE ESPOS@




“El que haya esposa encuentra el bien…”, no es una afirmación para buscar compañer@, ya que cada cual puede manejar su estado sentimental según lo determine. Algunos han decidido no buscar espos@ y quedarse solteros y servir al Señor en esa condición, más tiempo y menos compromisos. Otros han determinado que estar solos no es lo suyo, por lo cual buscan acompañante para su vida.
Unos expresan que andan en búsqueda de la media naranja que no es ninguna media, es una entera. Uno no se une a media persona se une a un ser completo con valores y defectos, aciertos y debilidades.

Para facilitar que esa búsqueda sea asertiva y efectiva existen algunas señales bíblicas que sería bueno poner en práctica para evitar los índices de fracaso.

Yo les muestro un  camino mejor como diría Pablo es permitir que Dios nos guie a través del discernimiento. El discernimiento es la capacidad que da Dios a través del Espíritu Santo para descubrir  las verdaderas intenciones de una persona.

El discernimiento es un don de Dios dado al creyente que en comunión con el Espíritu Santo puede comprender si alguien le conviene o no (visto en términos sentimentales). Pero este no es suficiente, puede ser que la persona sea la indicada para formalizar un matrimonio, pero ¿Está usted preparado para casarse? O mejor ¿Está la otra persona preparada para casarse? Es un compromiso mutuo por lo cual los dos deben estar encaminados en el mismo propósito, de no ser así es muy probable que  hallen roces permanentes o la separación con el tiempo.



Los muchachos usan una expresión muy de ellos y es “Empelicularse” y parece que muchos cristianos caen esta red. Apenas ven a alguien con ciertos atributos expresan “…este es “y después se dan cuenta que eran simples punsonazos, corazonadas pero la otra persona ni siquiera se le pasa por su mente que usted está interesado en ella con fines amorosos.
No todos maduran con la edad, he visto personas maduras a los 18 años como he visto personas de 40 años aun inmaduras. La madurez la deberían dar el conocimiento de Dios, los años y las experiencias de la vida pero no suele así. Una persona madura conoce a que se enfrenta, tiene definido sus propósitos en la vida y está dispuesto a sacrificar cosas en beneficio de la relación de pareja.
El amor moderno suele ser confundido con la atracción o los apegos, “…Si no es para mí no es para nadie…”… Yo l@ amo y no permito que nadie se acerque a ell@”… ¿Es esto amor?, o un simple egoísmo ya sea machista o feminista. Esto difiere mucho con el verdadero amor descrito en Corintios 14:1-4. El verdadero amor se alimenta de unos ingredientes poco compatible con lo expresado anteriormente. Es paciente, servicial, sufrido etc.


Todo esto porque el amor requiere de paciencia, compromiso y cierto grado de sacrificio. La madurez lleva a la persona a comprender que se casa para toda la vida por lo cual al dar ese paso está afirmando su compromiso hasta que la muerte los separe.

Las parejas deberían casarse conociendo sus roles. Es saber sus deberes y obligaciones, los cuales la Biblia describe perfectamente en Efesios 5:22-31; Colosenses 3:18-19; I Pedro 3:1-7; Tito 2:1-5; I  Corintios 7:1-16.

Un tiempo de exploración mutua. Explorar tiene que ver con descubrir, en el noviazgo que es el tiempo anterior al matrimonio se descubren gustos y comportamientos que son claves al unirse.
La reacción de una persona ante ciertas situaciones muestra cómo se comportará en el matrimonio cuando esos hechos acontezcan por lo cual no se puede dejar pasar por alto estos signos de alerta, que tipo de relaciones amigables establece.

El comportamiento de una persona dicen los psicólogos esta grandemente influenciado  por las personas que forman su entorno amigable. (I Corintios 15:33)



Acuerdos en temas claves de interés y manejo mutuo. Temas de  moralidad, el dinero, la relación con los suegros, el servicio a Dios, los hijos no pueden ser ajenos y deben ser tratados al interior del noviazgo ya que suelen ser temas álgidos de conflictos y roces permanentes.

¡Que Dios nos ayude!

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