“El
que haya esposa encuentra el bien…”, no es una afirmación para buscar
compañer@, ya que cada cual puede manejar su estado sentimental según lo
determine. Algunos han decidido no buscar espos@ y quedarse solteros y servir
al Señor en esa condición, más tiempo y menos compromisos. Otros han determinado
que estar solos no es lo suyo, por lo cual buscan acompañante para su vida.
Unos
expresan que andan en búsqueda de la media naranja que no es ninguna media, es
una entera. Uno no se une a media persona se une a un ser completo con valores
y defectos, aciertos y debilidades.
Para facilitar
que esa búsqueda sea asertiva y efectiva existen algunas señales bíblicas que
sería bueno poner en práctica para evitar los índices de fracaso.
Yo
les muestro un camino mejor como diría
Pablo es permitir que Dios nos guie a través del discernimiento. El
discernimiento es la capacidad que da Dios a través del Espíritu Santo para
descubrir las verdaderas intenciones de
una persona.
El discernimiento
es un don de Dios dado al creyente que en comunión con el Espíritu Santo puede
comprender si alguien le conviene o no (visto en términos sentimentales). Pero
este no es suficiente, puede ser que la persona sea la indicada para formalizar
un matrimonio, pero ¿Está usted preparado para casarse? O mejor ¿Está la otra
persona preparada para casarse? Es un compromiso mutuo por lo cual los dos
deben estar encaminados en el mismo propósito, de no ser así es muy probable
que hallen roces permanentes o la
separación con el tiempo.
Los
muchachos usan una expresión muy de ellos y es “Empelicularse” y parece que
muchos cristianos caen esta red. Apenas ven a alguien con ciertos atributos
expresan “…este es “y después se dan cuenta que eran simples punsonazos, corazonadas
pero la otra persona ni siquiera se le pasa por su mente que usted está
interesado en ella con fines amorosos.
No
todos maduran con la edad, he visto personas maduras a los 18 años como he
visto personas de 40 años aun inmaduras. La madurez la deberían dar el
conocimiento de Dios, los años y las experiencias de la vida pero no suele así.
Una persona madura conoce a que se enfrenta, tiene definido sus propósitos en
la vida y está dispuesto a sacrificar cosas en beneficio de la relación de
pareja.
El
amor moderno suele ser confundido con la atracción o los apegos, “…Si no es
para mí no es para nadie…”… Yo l@ amo y no permito que nadie se acerque a ell@”…
¿Es esto amor?, o un simple egoísmo ya sea machista o feminista. Esto difiere
mucho con el verdadero amor descrito en Corintios 14:1-4. El verdadero amor se
alimenta de unos ingredientes poco compatible con lo expresado anteriormente.
Es paciente, servicial, sufrido etc.
Todo
esto porque el amor requiere de paciencia, compromiso y cierto grado de
sacrificio. La madurez lleva a la persona a comprender que se casa para toda la
vida por lo cual al dar ese paso está afirmando su compromiso hasta que la muerte
los separe.
Las parejas deberían casarse conociendo sus
roles. Es saber sus deberes y
obligaciones, los cuales la Biblia describe perfectamente en Efesios 5:22-31;
Colosenses 3:18-19; I Pedro 3:1-7; Tito 2:1-5; I Corintios 7:1-16.
Un tiempo de exploración mutua. Explorar tiene que ver con descubrir, en el noviazgo que
es el tiempo anterior al matrimonio se descubren gustos y comportamientos que
son claves al unirse.
La
reacción de una persona ante ciertas situaciones muestra cómo se comportará en
el matrimonio cuando esos hechos acontezcan por lo cual no se puede dejar pasar
por alto estos signos de alerta, que tipo de relaciones amigables establece.
El
comportamiento de una persona dicen los psicólogos esta grandemente influenciado
por las personas que forman su entorno
amigable. (I Corintios 15:33)
Acuerdos en temas claves de interés y
manejo mutuo. Temas de moralidad,
el dinero, la relación con los suegros, el servicio a Dios, los hijos no
pueden ser ajenos y deben ser tratados al interior del noviazgo ya que suelen ser
temas álgidos de conflictos y roces permanentes.
¡Que
Dios nos ayude!