miércoles, 20 de mayo de 2015

COMO RECUPERAR EL AMOR PERDIDO CRÓNICA DE UNA SEPARACIÓN ANUNCIADA


Hace algún tiempo tuve la oportunidad de compartir con un matrimonio con el cual  algunos años atrás había tenido una relación de amistad muy cercana que me permitía conocer a fondo su situación de pareja. Al visitarme por ser pastor note cierta  preocupación difícil de esconder en sus rostros. Era tal la evidencia de sus  problemas que era imposible que sus semblantes no proyectaran la amarga sensación de una tristeza interna hasta el punto que rompí el hielo hablando de ciertos momentos memorables que compartimos como amigos y la necesidad de no dejarlos morir que hacen parte de la felicidad, pero que muchas veces se pierden por  los enredos y afanes de la vida.

En la conversación comprendí que habían intentado de diversas maneras una solución a su problemática sin resultados visibles. Es más, estaban en la capacidad de pedirse perdón mutuamente después de herirse  e igual soportar las huellas dejadas por  agresiones verbales y físicas.  Al escucharles atentamente percibí  las  buenas intenciones y el buen ánimo que mostraban al reconciliarse, pero aun así se sentía que el recaer nuevamente en los mismos errores les hacía sentir frustrados en sus intentos.



El amor era visible en sus gestos y palabras que fluían  en medio de su confesión. Es triste y duro para un consejero asistir  parejas con claros signos de violencia física y una coraza de resentimiento y resistencia ante el maltrato  verbal que causa daño en lo emocional  y descubrir entre líneas en sus palabras  que sienten que no deberían hacerlo.

Una de las cosas que los mantenía  frustrados es que no vivía  el tipo de relación que idealizaron  cuando eran novios y que los llevó a soñar con ese tipo de concordancia necesitaba un mayor complemento que llegaría sin duda al estar casados. 

Por un momento sus palabras se entrecortaron para dar lugar a la nostalgia de lo que pudo ser y no fue y ya no era, evocaron entre distantes lágrimas que corrían por sus mejillas como  sus primeros años de novios y después de casados fueron  fiel reflejo de un hermoso jardín (relación) florecido de detalle, palabras y gestos amorosos donde convivían hermosas flores de expresiones  agradables  de diferente especie.
¿Qué hace perder el encanto?  ¿Cuánto hace que  no experimenta alegría en tu relación? ¿Donde está la chispa del noviazgo?
Fueron preguntas que lance en mi desespero interno por hallar respuestas que permitieran hacerles recapacitar y porqué no, encontrar el eslabón perdido que los tenía sumido en la indiferencia e impaciente por separase para no sufrir más. Pensé que si podía encontrar ese momento en el cual sus vidas  cayeron en la fosa del  egoísmo y  en la cárcel  de la intolerancia al punto de  no  soportarse el uno al otro, podía desde mi impotencia  desafiarlos a emprender una nueva aventura  amorosa sin detenerse en el tiempo que llevaban viviendo y proyectándose más en lo que les restaba por compartir.

Después de escucharlos un tiempo y orar en silencio mientras hablaban, busque apoyo  en la sabiduría divina, les pregunte  de quien era  la obligación de crear aquellos momentos perdidos entre disgustos y frases cortantes. Por un momento quite de sus mentes todo apoyo humano en el cual se pudieran justificar y los deje solo frente al silencioso  cuarto de sus propias vidas para que hallasen una respuesta entre las oscuras cortinas que escondían  ellos mismos.

Basado en lo que nos enseñan las Escrituras y mi experiencia personal  como consejero le explique a esta pareja que la capacidad de emprender cambios  para mejorar  la situación actual en que se encontraban y que el recuperar todo lo perdido como pareja por los hechos pasados se encontraba en el interior de cada uno. Los seres humanos son los únicos seres creados con capacidad de sobrevivir a las tormentas y dificultades de la vida construyendo ambientes de convivencia diferentes. Proseguí en mi dialogo ampliándoles  este concepto de que no importaba cuan duro hayan sido esos momentos, Ni que tan larga y oscura haya sido esa horrible noche de disgustos, peleas y celos,   ni cuánto daño se hayan hecho emocional y  físico, todo estaba reducido a dejarlo atrás y era algo  por lo que irremediablemente no se podía hacer ya nada. Todo estaba supeditado si adoptaban posturas racionales y producirán un espacio para reconocer el nuevo  los cambios que operarían.  

Recordé un dicho que alguna vez  leí en un librito de relaciones humanas. “No llores por la leche derramada que con llorar no sacas nada”. El apóstol Pablo corrobora  esto en  Filipenses cuando dice  “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago; olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está por delante, prosigo a la meta…” Filipenses” 3:13.

El matrimonio no es resultado de lo ocasional, ni funciona porque simplemente dos personas tomaron la decisión de unir sus vidas y ser una pareja.  Antes de la creación del mundo ya el arquitecto del universo  había establecido las bases que sostendrían la vida del matrimonio y  las normas  para caminar en el bajo la bendición. Cada persona debe descubrir cuáles son las cosas afines que existen  antes de unirse y cuales son aquellas que no pueden tolerar del otro  para no entrar con el paso del tiempo en una lucha por intentar llevarlo a ser como él o ella desea, provocando los  roces  ya  conocidos.   

Cada pareja debe preocuparse por descubrir  los pasos necesarios para que sea una realidad.  Existe una idea que el matrimonio por ser divino no puede fallar, pero eso  es una verdad a medias ya que  lo que es de Dios es perfecto, verdadero  y bueno en gran manera pero no podemos olvidar que son los hombres los que adulteran o pasan por alto dichas leyes. Tampoco el matrimonio  es producto terminado, al contrario es  algo que se construye en el diario quehacer, en el diario interactuar y en la diaria inversión de tiempo, dialogo y compromiso con la pareja. Es algo que funciona cuando la pareja consientes de su decisión aceptan el compromiso de ser fiel hasta la muerte y de no dejar  que la maleza del odio eche a perder el cultivo sagrado del amor.




En esta terapia los introduje en la necesidad de reflexionar  como  los las muchas salidas  que se buscan para huir y los escapes que escapes  en los cuales se caen para suavizar  un poco la dura realidad y llenar vacíos o carencias en la relación terminan siempre al final mostrando su inefectividad  y la realidad de que nada puede sustituir el “dulce sabor del amor fiel” que destila del panal del verdadero compañero (a),  cada uno es un complemento necesario  por lo cual se necesitan mutuamente.

Después de largos minutos de escucharles y platicar sobre la relación, expuse a su criterio algunos consejos que les podían ser de gran ayuda si cada uno estaba verdaderamente interesado en recobrar el amor perdido.

Este  sencillo pero efectivo método les permitiría  volver a experimentar aquel olvidado sentimiento de ser especial para alguien.

Cada día uno de los cónyuges debería  consigo mismo adquirir el compromiso de realizar una  acción dedicada al otro que sabe le hará feliz. Sin duda ocuparnos de la felicidad del otro es una labor que  anima a  la  creatividad,  conocer sus gustos, y porque no de de colocarnos en el lugar que nos gustaría  sentirnos.

En realidad no se trataba de  grandes inversiones, comprar el auto que a ella le gusta, llevarla a un crucero por el Caribe, regalarle una tarjeta de crédito para que ella la use libremente, et., o en la mujer regalar la ultima loción de parís,  invitarlo a la final de la Eurocopa con todo los gastos pagos o cómprale el último teatro en casa que ha salido al mercado sino más de bien de pequeños detalles que enamoran, que avivan  el fuego interno  y  prende la chispa mágica del amor  manteniendo fresca la ilusión y los sueños despiertos. Son detalles creados del corazón con pequeñas dedicatorias de  interés por el otro, recetas repletas de ingredientes amables, cariñosos; acciones motivadas  por el deseo de conquista, atracción y permanencia.

Una búsqueda sincera de Dios guiará a la pareja al reconocimiento que ambos fallan pero también  pueden enmendar sus errores y continuar unidos.

La vida está compuesta de momentos  y el autor de Eclesiastés capitulo 3, comprendía que “todo tiene su tiempo” que en la misma persona de un instante a otro  puede pasar del amor al dolor; de la alegría a la tristeza; del vacío a la  plenitud; instantes vividos que quizá nunca se  vuelvan  a repetir  por lo cual es necesario no pasarlos por alto.

Sacar un  instante para analizar la calidad del tiempo dado  al cónyuge y planear nuevas estrategias de conquista encenderá nuevamente la chispa apagada  del amor.


Pensar en invitar a Dios a nuestras vidas y hogares demuestra el grado de interés y valor que damos a nuestra relación. Cuando Cristo llega a la vida de un hogar aquellas obras de la naturaleza carnal (celos, iras, pleitos, contienda) se doblegan para dar paso a una relación más estrecha con nuestro Salvador. Como en esta lección puede que igualmente se deje a Cristo para última hora cuando la crisis del divorcio esta  a la  puerta y ya no queda más escapatoria.

Aun en esos momentos finales de llamado,  Cristo sigue siendo la respuesta al problema de la pareja.

El matrimonio salió de la oficina y se perdió en la distancia  para dar lugar a la esperanza.

Meses después me visitaron para saludarme y expresarme porque no habían conocido y aplicado aquellos consejos antes.

martes, 12 de mayo de 2015

AUTO EVALUACIÓN BASE DEL CRECIMIENTO MUTUO DE LA PAREJA

Aceptar las personas como son es un principio de la buenas relaciones y en la vida de pareja mucho mejor; El matrimonio no es la excepción. Aceptar la persona que amas tal cual como es  y entender qué forma  parte vital de ti  y es columna vertebral de tu unión de pareja debería llevarte a la aceptación y valoración ella con sus múltiples defectos. Somos únicos y pueda que aquello que tú le aconsejas para mejorar la convivencia para él o ella no le parezca, o tus gustos difieran, son cosas que debiste ver y analizar antes de unirte y no ahora cuando ya estas conviviendo con esa persona. 



A todos hay actitudes que les causa molestia de su compañer@ pero debes preguntarte ¿Qué estás haciendo con amor para ayudarle a crecer en eso? ¿Es simplemente tu percepción o en verdad es algo que afectaría cualquier relación y no solo la tuya? Por lo general las personas somos resistentes a los cambios, pero otras veces no es que las personas no quieran mejorar o cambiar conductas es la manera en que se pretende que lo hagan ¡A nuestra manera!, lo que no permite que ellos acepten tu acompañamiento. 

Puede que aun ell@s se sientan incómodos con su actitud. Todos los seres humanos han sido creados para anhelar y buscar la felicidad así muchos la busquen en el lugar  o métodos equivocados. Todos quieren sentirse amados. Algunas personas no mejoran porque no saben cómo lograrlo, probablemente no es que no quieran, sino que no saben cómo hacerlo, otros confundidos no creen aún como puede beneficiarles ese cambio y si es de vital importancia para relacionarse con su pareja y entorno. Otro factor puede ser que no esté preparado para la toma de decisiones o temor a los cambios, experimentar algo nuevo no es fácil. Lucy nunca había tenido una relación estable, aunque había tenido varias experiencias amorosas a sus 25 años jamás había compartido su habitación con alguien permanentemente. Cuando se enamoró de Arturo sintió que esa la gran oportunidad pero un mes después  expreso que había sido su peor error, no porque Arturo no fuera un hombre casero, cariñoso, especial, amoroso y detallista sino porque ella no estaba preparada para una convivencia permanente con un hombre.

Los cambios deben nacer y hacerse desde adentro, algunos se requieren por conveniencia mutua, por ejemplo para mejorar la convivencia, pero también son de beneficio personal, porque la persona que genera el cambio mejora su forma de relacionarse con su entorno. En la pareja los cambios deben hacerse sin presiones; ¡Si no cambias me voy…!  y sin manipulación, ¡yo cambio si tu cambias…!.

A la hora de efectuar cambios de comportamiento por la salud de la pareja  es bueno tener algunas cosas claras para que sean de provecho, permítame en este escrito enumerar la primera:

Soy responsable de una sana convivencia. Si una persona no está bien lo más probable es que proyecte esto en su compañer@. Mirar dentro de uno mismo es la mejor terapia que se puede realizar, los humanos sentimos terror a auto examinarnos, estamos cobijados por una engañosa percepción de que el que está mal es el otro, y que el problema del mundo es la gente, ¿Acaso tu no haces parte del mundo?  Pueda que tu cambio no impacte a tantas personas como desearía pero al menos estarás haciendo lo correcto y tu parte. 

Pablo dijo a Timoteo “Ten cuidado de ti mismo” cuidarse a sí mismo es mantener un sano concepto de quien soy y que deseo proyectar en mi cónyuge. Es una  auto evaluación, es aplicarse correctivos de manera personal y forjar hábitos de cambio para un mejoramiento. Es desechar conductas dañinas e implantar actitudes correctas.

¿Has detectado una actitud en tu vida que podrías mejorar por el bien de tu relación? ¿Sueles  auto evaluarte permanentemente? ¿De qué serás capaz por tu cónyuge?

¡Que Dios nos ayude!